Antipedagogía
Pedro García Olivo es, como él mismo se define, ‘un anti-profesor, un insumiso de la enseñanza que todavía se subleva contra el discurso vanilocuente de los ‘educadores’ y contra la sustancial hipocresía de sus prácticas. Comparto la opinión de Wilde: «Así como el filántropo es el azote de la esfera ética, el azote de la esfera intelectual es el hombre ocupado siempre en la educación de los demás». Y creo asimismo que la pedagogía moderna, a pesar de esa bonachonería un tanto zafia que destila en sus manifiestos, ha trabajado desde el principio para una causa infame: la de intervenir policialmente en la consciencia de los estudiantes, procurando en todo momento una especie de reforma moral de la juventud. «Un artificio para domar»: así la conceptuó Ferrer Guardia, como si por un instante se tambaleara su desesperada fe en la Ciencia.’
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Por otro lado, proyectos pedagógicos alternativos centrados en el desarrollo integral del ser humano y en la lucha contra toda opresión se gestan cada vez más en nuestros entornos. Conocer nuevas pedagogías y estilos de educación puede hacernos cuestionar el régimen sufrido, a lo que esperemos que siga la actuación en nuestros ámbitos para educarnos en solidaridad y en libertad responsable con nuestr@s iguales.
La Escuela Libre Paideia, con sus más de 30 años, es un proyecto de educación libertaria ya consolidado. En estos vídeos se refleja el día a día en la escuela.
http://www.youtube.com/watch?v=gGFhjSzUE8Y
http://www.youtube.com/watch?v=DU7k7X7SzmQ
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Cero en conducta es una película de 1933 del francés Jean Vigo. Retrata sus recuerdos infantiles a través de la historia de cuatro jóvenes estudiantes franceses que, sujetos a un estricto régimen escolar, deciden rebelarse contra la institución. Filme prohibido en Francia en su estreno por su presunto mensaje antipatriótico.
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‘Pero sus estúpidos padres y madres, en lugar de permitirles que recogieran flores, robaran nidos de pájaro y bailaran alrededor del grosellero espinoso (como deben hacer los niños), los obligaban a acudir siempre a clase, a trabajar, trabajar y trabajar, y a aprender las lecciones de cada día todos los días; las lecciones de los domingos cada domingo, a hacer exámenes semanales cada sábado, exámenes mensuales cada mes y exámenes anuales cada año, y todo siete veces, como si con una no bastara para quedarse satisfecho… Entonces el cerebro se les agrandó, su cuerpo menguó y se convirtieron en nabos’
«Los niños del agua» [pág. 275]. Charles Kingsley. 1863